La mayoría de nosotros nunca hemos visto un glaciar cerca. Desde nuestros hogares en Europa, América del Norte o el Medio Oriente, estos antiguos gigantes de hielo pueden parecer formaciones distantes e irrelevantes. Sin embargo, cada mañana, desde el momento en que nos cepillamos los dientes, nos beneficiamos del trabajo silencioso de los glaciares. En este Día Mundial del Agua, exploremos cómo estas enormes formaciones de hielo, aunque estén a miles de kilómetros de distancia, son en realidad los guardianes invisibles de nuestra vida diaria.
Proteger los glaciares no se trata solo de la naturaleza, eso es obvio. Su importancia radica en su función como un parte esencial del sistema de soporte vital de nuestro planeta, impactando directamente en nuestro mundo. Analicemos cómo estas enormes formaciones de hielo impactan en nuestras vidas.
En primer lugar, su presencia es fundamental para la estabilidad climática de nuestro planeta, ya que regulan la temperatura de la Tierra al reflejar la luz solar de vuelta al espacio, lo que se conoce como el efecto albedo.
Esto significa que cualquier pérdida glacial contribuye directamente a una aceleración del calentamiento global, ya que no solo dejan de reflejar la luz solar, sino que también liberan gases de efecto invernadero que están atrapados en el permafrost. Esto crea un llamado ciclo de retroalimentación positiva (a pesar de ser negativo), ya que acelera una espiral de menor reflexión y mayor absorción de calor, causando más derretimiento.
A su vez, esto resulta en eventos climáticos más extremos en todo el mundo a medida que aumentan las temperaturas y se altera el ciclo del agua, como la interrupción de la Corriente del Golfo. Desde la sequía hasta las inundaciones, el efecto dominó de las temperaturas y los patrones climáticos impredecibles se ve en el aumento de los precios de los alimentos, las operaciones comerciales y las tasas de seguros del hogar, así como en la interrupción de las rutas comerciales y la comodidad diaria... si eres uno de los afortunados.
Luego, nuestra seguridad hídrica depende más de los glaciares de lo que piensas.
Los glaciares almacenan alrededor del 69% del agua dulce del mundo1. A medida que nuestra población continúa creciendo, también lo hará la demanda de agua, el el Fondo Internacional de Emergencia de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) estima que aproximadamente 700 millones de personas podrían ser desplazadas por la intensa escasez de agua para 2030.
Ya dos mil millones de personas dependen de los glaciares de montaña y la capa de nieve como su principal fuente de agua potable, así como de agua para la agricultura y la energía hidroeléctrica2. A medida que los glaciares se reducen, nuestras fuentes de agua globales se vuelven menos confiables, lo que una vez más conduce a la interrupción del ciclo del agua que afectará el acceso a agua potable segura y limpia, y al agua para los procesos de fabricación que respaldan la economía global, lo que significa que los precios aumentarán.
Además, cuando las naciones comparten sistemas fluviales o acuíferos, pueden surgir tensiones si se ven obligadas a competir por el agua para mantener a su población y sus negocios, lo que puede llevar a conflictos geopolíticos.
En resumen: cuando los glaciares se desestabilizan, también lo hacen el clima y la seguridad hídrica, lo que desencadena un efecto dominó que nos impactará en múltiples frentes, incluida la seguridad económica, a menos que actuemos.
La descarbonización no es solo la palabra de sostenibilidad del momento. Es un medio concreto para bajar el termostato de la Tierra. Todos sabemos que la quema de combustibles fósiles libera dióxido de carbono (CO₂) otras emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) a nuestra atmósfera, atrapando el calor en la atmósfera y provocando el aumento de las temperaturas globales.
Por lo tanto, al descarbonizar nuestras vidas y operaciones comerciales, reducimos el CO₂ y los GEI y combatimos directamente la principal causa del derretimiento de los glaciares.
Existe un enfoque doble para la descarbonización.
Se necesita una revisión para alinearse con la transformación ecológica, lo que requiere un cambio fundamental en nuestra forma de pensar y luego en cómo operamos. Debemos alejarnos rápidamente de los combustibles fósiles y ampliar rápidamente la infraestructura de energía renovable, desde la biomasa hasta la solar y la eólica, y debemos rediseñar los procesos industriales para reducir drásticamente las emisiones y el consumo de recursos.
La optimización es clave para gestionar eficientemente los recursos energéticos e hídricos. Optimizar los procesos no solo minimiza los costes y las emisiones, sino que también representa una forma de trabajar de manera más inteligente, sin aumentar el esfuerzo. Al identificar las vías más rentables para hacer negocios y, al mismo tiempo, cumplir los objetivos de reducción de carbono, los algoritmos impulsados por la IA permiten a las empresas mantener el rendimiento y la sostenibilidad sin tener que comprometer ninguna de las dos.
El mensaje del Día Mundial del Agua es una clara advertencia de que nos estamos estancando. La conclusión es que cada tonelada de CO₂ que reducimos ayuda a frenar la pérdida de glaciares, y esto debe ser una prioridad.
El proceso es entonces una reacción en cadena positiva: menos carbono significa menos calor atrapado, lo que significa un derretimiento de los glaciares más lento. Un derretimiento más lento ayuda a preservar la capacidad natural de los glaciares de reflejar la luz solar de vuelta al espacio, lo que ayuda aún más a mantener la Tierra fresca, reducir el cambio climático y mejorar las condiciones climáticas. Es una situación en la que todos ganan.
La transición a la energía renovable, la mejora de la eficiencia energética y la adopción de estilos de vida sostenibles son acciones clave para garantizar la protección de los glaciares. Y a su vez, nuestro guardián silencioso seguirá protegiéndonos.
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1 U.S. Geological Survey
2 The Conversation/CC-BY-ND Source: Millan et al. 2022